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Nuevos estudios indican que el consumo de grasas perjudica la fertilidad masculina. En el caso de la mujer, es bueno tomar proteínas y reducir el consumo de carbohidratos. Lo señalan recientes investigaciones presentadas en el último congreso de fertilidad de San Diego.

En el Congreso médico de fertilidad de la Sociedad Estadounidense en Salud reproductiva, celebrado estos días en San Diego, uno de los temas principales es cómo afecta la nutrición a la fertilidad. Hasta ahora y en varias ocasiones, se ha asociado el consumo de grasas con el descenso en la calidad del semen de los hombres, pero estos estudios todavía son minoritarios y contradictorios.

En esta línea, durante el congreso se han presentado nuevos trabajos, como el de los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard liderados por Myriam Afeiche. Este equipo ha demostrado que los productos lácteos enteros, sin reducción de grasa, afectan negativamente a la calidad del semen.

El estudio se basa en datos de 189 hombres de entre 19 y 25 años e indica que los varones que consumen 3 raciones de productos lácteos enteros, tienen un semen con una calidad un 25% menor que los que no toman este tipo de productos. La autora principal de la investigación explica que la hormona femenina estrógeno, presente en la leche y proveniente de la vaca, es la responsable de esta deficiencia. Otro estudio presentado en el congreso asocia el consumo de carbohidratos no integrales con un descenso de la concentración seminal en hombres jóvenes.

Otro tema, mucho menos estudiado, es el impacto de la nutrición en pacientes que se están sometiendo a una Fecundación in Vitro (FIV). En el congreso se han presentado dos estudios en este sentido:

En el primero, las pacientes iban apuntando todo lo que comían durante el proceso. Los autores de la investigación danesa observaron que las mujeres que tomaban más proteínas y menos carbohidratos tenían mayores tasas de ovocitos fertilizados que llegaban al estado de blastocisto y, en consecuencia, mayores tasas de embarazo.

El segundo estudio seleccionó al grupo de pacientes que habían declarado consumir más carbohidratos y menos proteínas y, tras enseñarles a cambiar esa tendencia, les hizo seguir dicha dieta durante dos meses, antes de intentar una segunda FIV. En el siguiente ciclo, tras el cambio nutricional, la formación de blastocistos se incrementó de un 19% a un 45% y las tasas de embarazo aumentaron de un 17% a un 83%.

«Estos estudios son sorprendentes y demuestran lo poco que sabemos sobre los efectos de los micronutrientes en las dietas y cómo afectan a la reproducción. Demuestran que hay todo un campo de estudio abierto y nos hacen plantearnos muchas preguntas, por ejemplo si son los carbohidratos los que son perjudiciales o el efecto inflamatorio del gluten presente en dichos carbohidratos», comenta el vicepresidente de la Sociedad Estadounidense en Salud Reproductiva, Richard Reindollar.