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En agosto de 2011 se realizó el primer trasplante de útero del mundo, en el hospital de la Universidad de Akdeniz (Turquía). Ahora se acaba de confirmar que la mujer trasplantada, Derya Sert, ha logrado el embarazo gracias a una FIV con sus propios óvulos y el esperma de su marido.

El embrión fue transferido a Derya el pasado 31 de marzo. Su embarazo ha llegado a término, así que se trata del primer caso de éxito de trasplante de útero, la técnica de reproducción asistida más novedosa y a su vez más polémica. Uno de los médicos, Mustafa Unal, ha dicho que la paciente se encuentra «bien».

Derya tenía 21 años cuando se convirtió en la primera receptora de útero del mundo. Estaba afectada por agenesia congénita úterovaginal o síndrome de Rokitansky, una enfermedad que afecta a 1 de cada 5.000 neonatas femeninas en España y que implica la falta de útero y vagina en distintos grados.

Antes de ser operada para la trasplantación de útero, Derya se sometió a dos ciclos de estimulación ovárica y los médicos le extrajeron varios ovocitos, que fecundaron in vitro con espermatozoides de su marido. Así obtuvieron ocho embriones de excelente calidad que fueron congelados hasta la fecha de la transferencia al nuevo útero.

Las mujeres con la patología de Derya no tenían posibilidad de embarazar hasta ahora. La falta de vagina se podía resolver con cirugía estética, pero no el útero. Los especialistas en fertilidad llevaban años trabajando para resolver el problema. Ahora, con este primer embarazo después del trasplante de útero, el panorama es más positivo.

De todos modos, el procedimiento no se podrá considerar del todo exitoso hasta que nazca un bebé sano. Uno de los puntos más polémicos de este tipo de operaciones es el posible daño al feto de los fármacos inmunosupresores que tiene que tomar cualquier receptor de un trasplante.

El director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz considera que desde el punto de vista técnico «no hay razón para que no se acabe consiguiendo el embarazo». Sin embargo se muestra muy crítico ante una hipotética aplicación en España: «Los trasplantes se hacen para salvar vidas o mejorar sensiblemente la calidad de vida de cualquier enfermo. En ello se emplea una cantidad importante de recursos que se dan por bien empleados, incluso en tiempos de profunda crisis económica. En este caso, me faltarían argumentos para justificarlo, dados los riesgos (quizás no muy grandes pero reales) que entraña y el necesario empleo de recursos públicos para llevarlo a cabo. Creo que la credibilidad de nuestro sistema se vería muy cuestionada aunque se lograra la proeza quirúrgica».

En España serían potenciales candidatas a este procedimiento entre un 0,5 y un 1% de las mujeres estériles. Su única opción para ser madres hasta ahora es la adopción, puesto que la otra alternativa, la gestación por subrogación o vientre de alquiler, está prohibida en España.

En la actualidad, hay un equipo que sobresale por su experiencia en trasplantes uterinos, el liderado por el sueco Mats Brannstrom, de la Universidad de Gotemburgo que, en septiembre de 2012, saltó a las primeras páginas de los periódicos por realizar el primer trasplante de útero de una madre a su hija, nacida sin este órgano.

Según Brannstrom «hay que esperar doce meses y el equipo turco ha esperado 18; nosotros también lo haremos cuando transcurra ese tiempo». Desde septiembre, su equipo ha llevado a cabo ocho trasplantes uterinos, en cuatro de los cuales ha participado también un médico español, el adjunto del Servicio de Obstetricia del Hospital La Fe de Valencia César Díaz.