Cuando a una mujer se le diagnostica un cáncer, lo primero que piensa es si se curará. Esto depende sobretodo del momento en el que se haya diagnosticado: si está en una fase temprana, hay más posibilidades de curación. Pero el segundo temor que suele aparecer en la mente de una mujer en edad fértil es si podrá tener hijos, sabiendo que el tratamiento contra el cáncer puede perjudicar la fertilidad.
Los cánceres más frecuentes en las mujeres son los de mama (84%) y de cuello de útero (66%). Actualmente, los avances en medicina reproductiva permiten que muchas mujeres con cáncer puedan ser madres una vez superada la enfermedad, gracias a la preservación de la fertilidad.
Una de las vías de conservación de la fertilidad es la congelación de tejido ovárico. Es una técnica menos compleja y no requiere que la paciente pase por una estimulación ovárica. Otra opción es obtener y congelar ovocitos. En este caso sí es necesaria la estimulación ovárica.
Según Rafael Fábregas, consultor de ginecología oncológica y mamaria de Salud de la Mujer Dexeus, se elige una técnica u otra en función del tipo de tumor y del tiempo que transcurra entre el diagnóstico del cáncer y su tratamiento. “Con las técnicas de reproducción asistida se ha conseguido acortar mucho este proceso intermedio. En unos quince días ya se pueden obtener ovocitos sin riesgo importante para la enferma.”
Se podría temer un empeoramiento del cáncer debido a la estimulación ovárica si el cáncer se alimenta de estrógenos. Pero se ha comprobado que no existe tal peligro ya que los estrógenos no aumentan significativamente. También se ha comentado que el embarazo tras un cáncer de mama eleva el riesgo de reaparición. Fábregas lo niega e indica que el riesgo es el mismo que presentan todos los cánceres e incluso “algunos estudios han revelado que la probabilidad de recaída disminuye”.
El cáncer de ovario es poco frecuente pero la fertilidad de la mujer queda bastante comprometida. “En estas pacientes, y sólo cuando se diagnostica en fases iniciales, se puede plantear extirpar los ovarios y conservar la matriz, de manera que podría quedarse embarazada con una donación de óvulos”, apunta Fábregas. Además, en algunos casos muy concretos, la mujer puede preservar sus propios óvulos. Esto es así si tiene uno de los ovarios sanos y se puede estimular antes de la extirpación.
En el caso del cáncer de útero, casi siempre se pueden mantener el útero y los ovarios, con lo cual la mujer puede tener un hijo con sus propio óvulos y matriz. En cambio, eliminar del todo el tumor del endometrio casi siempre implica extirpar la matriz. De todas formas, la mayoría de casos se producen en mujeres mayores.
Una vez superado un cáncer ginecológico o de mama, se recomienda tomar tamoxifeno, que es un fármaco que bloquea la capacidad hormonal. Este tratamiento ayuda a disminuir el riesgo de recaídas y puede producir malformaciones en el feto. Por eso Fábregas siempre recomienda ““intentar quedarse embarazada a partir del tercer año tras la curación, aunque a veces se requiera más”. Transcurrido este tiempo, se considera que las probabilidades de recaída son bajas.
En definitiva, lo positivo es que los avances en medicina hacen posible que muchas mujeres jóvenes afectadas por un cáncer no tengan que renunciar a la maternidad. Si el tumor se detecta en fases iniciales, las posibilidades son amplias.
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