El cáncer de ovario se suele diagnosticar tarde debido a que los síntomas, como el dolor abdominal o la disminución del apetito, se pueden atribuir a otras múltiples enfermedades. Es un tipo de cáncer poco común pero muy agresivo.
Hay señales que pueden ser debidas a una mala digestión o un proceso inflamatorio intestinal, pero también pueden ser síntomas de cáncer de ovario. Por ejemplo: dolor abdominal tipo cólico, aumento del abdomen o distensión abdominal, disminución del apetito, cambios en los hábitos intestinales, problemas urinarios…
El oncólogo y vicepresidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario, José María del Campo, explica que este tipo de cáncer se detecta tarde en el 75% de las pacientes. Esto es debido precisamente a la amplitud de síntomas y al hecho de que el cáncer de ovario no tenga unas manifestaciones específicas.
Lo habitual es que las mujeres con dolores de abdomen se visiten con el gastroenterólogo y este especialista las derive a un ginecólogo o cirujano oncólogo, según explica Marko Rezic, médico adjunto de ginecología oncológica del Servicio Oncológico Hospitalario del Ivss (Venezuela).
La afectación de este tipo de cáncer no es muy habitual. A nivel mundial, hay un caso de cáncer de ovario por cada diez de mama. También suelen ir por delante el cáncer de cuello uterino y el de endometrio. Pero resulta muy agresivo por el hecho de detectarse tarde y mueren entre 55 y 70 mujeres de cada 100.
«La difícil curación es consecuencia del diagnóstico tardío, pero eso no se debe a la falta de control de la mujer ni a un error del médico, sino a que el cáncer se origina en una zona donde puede crecer libremente, sin crear problemas, sin signos ni síntomas, y cuando surgen esos signos y síntomas es porque está avanzado», comenta Del Campo.
La mayor incidencia del cáncer de ovario ocurre en las mujeres que tienen entre 50 y 59 años de edad. Después de los 50 años aumenta el riesgo e incluso se ven casos en señoras de 70 u 80 años. También hay un tipo llamado cáncer germinal de ovario, muy poco frecuente, que se ve en menores de 30 años, informa Rezic.
El más común y que afecta al 95% de los casos es el cáncer epitelial de ovario. En este se han descrito factores de riesgo como el tener más de un familiar con cáncer de ovario o mama, que se lo hayan diagnosticado antes de los 40, no haber tenido embarazos, infertilidad o antecedentes de endometriosis. Pero el riesgo genético afecta a pocas mujeres, menos del 15%.
En cuanto al tratamiento una vez diagnosticado el cáncer, se practica una cirugía para retirar la mayor cantidad del tumor, lo que implica remover útero y ovario. Después se indica quimioterapia, pero si la cirugía no es factible, se invierte el orden, comenzado con quimioterapia.
Los especialistas recomiendan hacerse el control ginecológico anual con la citología y un ultrasonido pélvico transvaginal. En caso de tener antecedentes familiares, acudir a una consulta genética y «que los ginecólogos extremen en lo posible las exploraciones que realizan para intentar detectar algún caso más. En cualquier país las estadísticas son iguales, sea rico o pobre, el 75% se diagnostica en fases avanzadas», recalca el oncólogo.
Actualmente, las mujeres afectadas por cáncer pueden congelar sus óvulos antes de someterse al tratamiento de quimioterapia y preservar así su fertilidad para poder ser madres en un futuro cuando ya estén sanas.
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