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Debido a la inserción profesional de la mujer y al actual ritmo de vida, las parejas postergan cada vez más el momento de ser padres. También la crisis económica está influyendo en este sentido. Pero el problema es que a mayor edad, más infertilidad: a partir de los 35 años se duplica el riesgo de padecer infertilidad. Así pues, los expertos indican a las mujeres de esa edad que acudan a un especialista en reproducción asistida pasados seis meses intentando concebir sin éxito.

Junio es el Mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad, por eso cabe recordar la importancia de la reproducción asistida en la sociedad actual. La fertilidad empieza a disminuir a partir de los 30 años, pero la disminución es mucho más marcada a partir de los 35. Estos datos son claves, teniendo en cuenta que las parejas cada vez se ponen más tarde a buscar el primer hijo.

«La demora en realizar la consulta se basa en que hay falta de información y de conciencia sobre la salud reproductiva», explica Sergio Papier, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer). A menudo lo que pasa es que las mujeres se ven jóvenes por fuera y se sienten jóvenes por dentro, de modo que no piensan que la infertilidad les pueda afectar a ellas. Pero la realidad biológica mantiene el ritmo de hace miles de años, por lo que «a los 35 comienza a decaer».

Así pues, una mujer de 35 años que lleva medio año intentando quedar embarazada de forma natural y no lo consigue, «debe consultar directamente al especialista», indica Antonio Martínez, ginecólogo especialista en Esterilidad y director del Instituto de Medicina Reproductiva. Es fundamental tener en cuenta esta recomendación, porque lo habitual es que la mujer acuda primero al ginecólogo, pero “ellos no están en el tema”, indica Martínez, lo que lleva a que «se pierda tiempo valiosísimo».

En este sentido, no está de más explicar cómo funciona biológicamente la mujer. Cuando nace, ya tiene en sus ovarios el total de óvulos que utilizará a lo largo de su vida. Cuando llega la pubertad, se produce la maduración y liberación cíclica de un óvulo cada mes, hasta que llegua la menopausia al cabo de los años. Pero a medida que pasa el tiempo, «tanto el número de óvulos de los ovarios como su sensibilidad a las hormonas que regulan su maduración empiezan a disminuir”, explica Martínez. En consecuencia, “se afecta su capacidad de fertilización y la posibilidad de un desarrollo favorable de ese óvulo fecundado».

Otras causas por las cuales las mujeres tardan en acudir al especialista son el temor a conocer la propia condición de estéril y la creencia de que los tratamientos de reproducción asistida son caros. Pero cuando una mujer ya sabe que existe un problema de fertilidad, «no siempre es necesario que se lleve adelante un tratamiento», afirma Estela Chardon, fundadora y coordinadora general de Concebir, un grupo de apoyo para parejas con trastornos en la reproducción. Chardon aclara que en los centros se debe «estudiar a la pareja en forma conjunta», para encontrar las causas del problema y buscar cómo resolverlo. Esto es importante considerando que en un 40% de las parejas con dificultades para concebir de forma natural, el origen del problema se encuentra en el hombre.