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Los problemas de infertilidad aparecen de repente sin que uno se lo espere, por eso se puede convertir en una experiencia estresante. Des del momento en que una mujer o una pareja acude a la reproducción asistida, su estado emocional irá variando entre estados de ánimo más positivos y otros más negativos.

Y es que la medicina reproductiva puede hacer realidad el sueño de ser padres, por eso los pacientes sienten gran ilusión y esperanza después de meses buscando sin éxito el embarazo natural. Cuando llega el momento de esperar los resultados, algunas parejas tienen nervios y se angustian. Y si no sale bien a la primera, se pueden frustrar y desilusionar, pero hay que volver a esperanzarse con un nuevo ciclo. La mujer es la que está más expuesta a la pruebas médicas, por eso suele ser quien más sufre estos cambios en el estado de ánimo.
Así lo explica la psicóloga Marisol Ródenas, coordinadora de las ‘II Jornadas sobre Psicología Aplicada a la Reproducción Asistida’ que se han celebrado este jueves en IVI Murcia. Según Ródenas, este ciclo de sensaciones se va repitiendo cada vez que la pareja necesita ponerse de nuevo con el tratamiento y cuanto más tiempo necesiten, habrá “un mayor desgaste físico, pero sobre todo emocional”.

Esta experiencia se vive “como un proceso de duelo” porque “no deja de ser una vivencia de pérdida de lo invisible, que es la infertilidad”, ya que “todos presuponemos que somos fértiles y no pensamos en encontrar dificultades para lograrlo en el momento en el que decidimos ser padres”. También porque “no podemos tener un embarazo natural” y necesitamos recurrir a la ciencia para poder ser padres; porque la maternidad se va aplazando y el hijo no llega cuando se deseaba y, en otros casos, porque la opción para poder ser padres es a través de la donación de gametos.

Cabe decir que esta repercusión no es sólo a nivel personal sino que también afecta a la relación de pareja, ya que las relaciones sexuales son programadas y las intervenciones quirúrgicas pueden suponer una carga para su vida diaria. Además, el proceso también suele tener repercusiones a nivel familiar y social: puede ser un punto de apoyo importante o bien un factor desencadenante se estrés. A cierta edad o cuanto el entorno tiene hijos, parece ser el tema estelar de conversación, lo que puede incentivar la angustia de esa pareja que quieren ser padres y no lo consiguen.

En definitiva, la figura del psicólogo va estrechamente ligada con la reproducción asistida para dar soporte a la pareja durante todo el proceso y ayudar al paciente con el cúmulo de sensaciones y la diversidad de experiencias emocionales que siente.